La mujer ideal y su relevancia para todo hombre, incluso para los casados
La señora sabiduría dice por su parte: “Abandona la necedad y vivirás; anda por el camino del entendimiento” (Pr 9:6). Mientra que la insensata murmura: “Dulces son las aguas hurtadas, y el pan comido en secreto es sabroso” (Pr 9:17), la sabiduría procura nuestro arrepentimiento.
Esta segunda mujer REPRESENTA LA VOZ DE NUESTRA CONCIENCIA Y EL LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO. Desde el inicio de la historia, la conciencia humana ha guiado a los hombres hacia un cumplimiento general de algunos aspectos de la ley de Dios.
La conciencia es una expresión de la imagen de Dios en el hombre. Todo ser humano la posee. No hay aborigen o primitivo que ignore la moralidad general de la ley divina porque sus razonamientos y obras “muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia acusándolos unas veces y otras defendiéndolos, en el día en que, según mi evangelio, Dios juzgará los secretos de los hombres mediante Cristo Jesús”(Rm 2:15-16).
Sin embargo, luego de la llegada del Mesías, la voz de la conciencia es potenciada por el testimonio evangélico del Espíritu Santo. Antes de ser crucificado, Jesús dijo: “cuando Él [el Espíritu Santo] venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, porque no creen en Mí; de justicia, porque Yo voy al Padre y ustedes no me verán más; y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado” (Jn 16:8-9).
El Espíritu de Dios llama a los hombres a través de la iglesia y junto a ella, para traerlos al arrepentimiento en Jesucristo.
LA SABIDURÍA EN ESTE PASAJE, AL IGUAL QUE EL LIBRO DE PROVERBIOS Y EL RESTO DE LA BIBLIA, ASUME QUE TODOS VIVIMOS EN NECEDAD. Su llamado instructivo es universal: “Oh hombres, a ustedes clamo, para los hijos de los hombres es mi voz. Oh simples, aprendan prudencia; y ustedes, necios, aprendan sabiduría” (Pr 8:4-5).
Todos necesitamos el llamado de la sabiduría porque todos carecemos de ella. Como dijo el padre de Salomón: “El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguien que entienda, alguien que busque a Dios. Pero todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno” (Sl 14:2-3).
Las Escrituras enseñan que nadie vive bajo el temor de Dios, por esto, todos necesitamos a una maestra que envíe “a sus doncellas, y clama desde los lugares más altos de la ciudad” (Pr 9:3). Nosotros no buscamos a la sabiduría, ella nos encuentra. Como dijo Jesús: “Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que me envió” (Jn 6:43).
EL LLAMADO PRINCIPAL DE LA SABIDURÍA ES EL ARREPENTIMIENTO: “Abandona la necedad y vivirás; anda por el camino del entendimiento” (Pr 9:6). Nos convoca a dejar nuestro mal camino y seguirla.
Este mal camino es descrito como necedad y falta de entendimiento (9:6). Esta no es exactamente la manera en que nos gusta definir nuestra forma de vivir ¿cierto? Pero es cómo somos vistos por Dios. El apóstol Pablo afirmó: “nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros” (Tit 3:3).
Este llamado de arrepentirnos es crucial (aunque doloroso) porque debemos reconocer que nuestra vida es malvada para desear abandonarla y obtener misericordia. Al menos que entendamos la necedad de nuestras acciones, no apreciaremos la necesidad de volvernos tras la sabiduría.
Una de las cosas que dificulta percibir la maldad de nuestro camino es que “El camino del necio es recto a sus propios ojos, pero el que escucha consejos es sabio” (Pr 12:15). Nuestra propia ceguera nos impide percibir nuestra condición. Y no solo esto, sino que también “el Dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo” (2Co 4:4).
Por esto necesitamos escuchar una voz externa, una consejera sabia que pueda decirnos: “Hasta cuándo, oh simples, amarán la simpleza, y los burladores se deleitarán en hacer burla, y los necios aborrecerán el conocimiento? Vuélvanse a mi reprensión, y derramaré mi espíritu sobre ustedes; les haré conocer mis palabras” (Pr 1:22-23).
HACE 2000 AÑOS, DIOS REVELÓ UN MISTERIO ETERNO QUE AHORA ES ANUNCIADO POR LA SABIDURÍA (Ef 3:9). Jesús el Mesías, “en quien están escondidos todo los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Cl 2:3), vino al mundo y se hizo “sabiduría de Dios y justificación, santificación y redención” (1Co 30).
Crucificado por nuestros pecados, Jesús mostró al mundo cómo los enemigos de Dios, condenados por sus transgresiones y destituidos de su gloria podían ser reconciliados con Él, para comenzar a vivir en el temor de Dios.
A la luz de su obra, el mensaje de la sabiduría es: “Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por medio de un Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de los muertos” (Hch 17:30-31).
La sabiduría nos llama a temer a Dios desechando nuestra rebeldía, nuestro orgullo, nuestra malicia, y a buscando misericordia por medio de Jesucristo.
LUEGO DE LA LLEGADA DE JESÚS, EL TEMOR DE DIOS SE EXPRESA FUNDAMENTALMENTE EN NUESTRA RESPUESTA ANTE EL MESÍAS. Como dice el salmo segundo: “Honren al Hijo para que no se enoje y perezcan en el camino, pues puede inflamarse de repente Su ira. ¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él se refugian!” (Sl 2:12).
El temor de Dios implica reconocer la autoridad universal de Jesús y someternos a Éste refugiándonos en su misericordia. La señora sabiduría nos llama a abandonar nuestra forma egocéntrica de vivir, humillándonos ante la autoridad del Hijo de Dios para recibir gracia y vivir.
La vida no sólo significa alargar nuestros años sobre la tierra (lo cual es uno de los beneficios de la vida sabia; Pr 4:10), sino que es principalmente la plenitud eterna que Jesús ofrece a los que lo siguen.
El Hijo de Dios dijo: “el que oye Mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida… viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán Su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio” (Jn 5:24,28-29).
Nuestra respuesta ante la autoridad de Jesús definirá nuestra elección entre la señora sabia y la mujer insensata. No importa cuanta información o habilidad “científica” acumulemos, “la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: Él es el que prende a los sabios en su propia astucia. Y también: El Señor conoce los razonamientos de los sabios, los cuales son inútiles” (1Co 3:19-20).
Míralo de esta manera: ¿Podríamos llamar “sabiduría” y “ciencia” a un estilo de vida que se afana en acumular mucho saber, distrayéndose de su destino eterno y culminando en el infierno? Sería como elogiar a un artista que diseña la mejor vivienda en un barranco propenso a deslaves. Por mucha excelencia que veamos en la edificación, el hecho de construirla en un barranco evidencia necedad.
Así somos cuando nos afanamos por comodidad terrenal mientras descuidamos nuestro confort eterno. “¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero pero pierde su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta” (Mt 16:26-27).
Debemos dejar de construir castillos de arena, y acudamos a Jesucristo para limpiar nuestros pecados y así alcanzar misericordia para el día del juicio y la eternidad.
En la próxima entrada concluiremos esta primera parte de nuestro estudio sobre la mujer ideal en Proverbios, y podrás escuchar un sermón que sintetiza estas primeras 5 publicaciones.
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