Discipula a tus hijos
con música
En mis primeros años como creyente disfrutaba mucho visitar a uno de mis pastores. Justo al entrar a su casa se escuchaba música cristiana y se podía percibir una atmósfera de paz y sosiego. La esposa del pastor no tardaba en saludarme y servir alguna bebida caliente; el hermano me invitaba a tomar asiento y conversar sobre la vida cristiana. Luego de charlar un rato, el pastor me pedía que entonara algún cántico para alabar al Señor. La atmósfera devocional de esta familia no solo ha quedado marcada en mi memoria, otros hermanos de la iglesia también la recuerdan hasta hoy.
La música siempre ha tenido un rol crucial en la vida del pueblo de Dios. Desde el Antiguo Testamento, Dios ha empleado este recurso para instruirnos en la verdad y edificarnos (Dt 31:19-22). Al menos en dos lugares del Nuevo Testamento, el Señor llama a los creyentes a emplear la música para cultivar su espiritualidad y edificarse mutuamente (Ef 5:18-20 y Col 3:16). Estos mandamientos no solo aplican para la iglesia local, sino que también tienen una gran relevancia para el hogar cristiano.
Instruye en todo tiempo
Las Escrituras llaman a los creyentes a criar a sus hijos “en la disciplina e instrucción del Señor” (Ef 6:4). Esto, entre otras cosas, significa discipularlos. El ministerio Got Questions define el discipulado cristiano como “el proceso mediante el cual los discípulos crecen en el Señor Jesucristo y son equipados por el Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones, para vencer las presiones y las pruebas de la vida presente y se vuelven más y más parecidos a Jesús”.
Al igual que otros deberes paternos, la responsabilidad del discipulado de nuestros hijos es intransferible. No podemos delegarla a otros miembros de la iglesia o de la familia natural. Además, es una responsabilidad permanente en el hogar. A la puertas de la tierra prometida, Dios le dijo al pueblo: “Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Dt 6:6-7). La instrucción de los hijos debe ocurrir en todo momento. Cada espacio de la vida familiar debe entenderse como una oportunidad para formarlos en el temor de Dios.
De acuerdo al Nuevo Testamento, este discipulado permanente involucra el mandamiento que Pablo escribe a los Colosenses: “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones” (Col 3:16). Esto hace que la música se convierta en un deber dentro de la devoción familiar. No solo debemos hablar verdad con nuestros hijos, sino que también debemos enseñarles constantemente a través de cánticos.
Música centrada en Cristo
El uso de la música no puede ser arbitrario. Las Escrituras enseñan que la instrucción musical debe ser centrada en Cristo. El mandamiento musical de Colosenses comienza diciendo: “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes”. Esto indica que la música debe estar fundamentada en el evangelio: debe anunciar la palabra de Cristo y amonestarnos con ella.
Los cánticos fundamentados en el evangelio son aquellos que interpretan las Escrituras y la realidad a la luz del evento más significativo de la historia: la encarnación de Cristo y nuestra redención a través de su obra. Ya sean salmos, canciones contemporáneas o himnos antiguos, nuestros cánticos deben anunciar el evangelio o algunas de sus aplicaciones.
El proceso de discipulado con música también debe ser practicado con sabiduría. El apóstol Pablo llama a los creyentes a enseñarse y amonestarse entre ellos con “toda sabiduría” (Col 3:16). Esto implica que debemos aplicar el evangelio de forma apropiada a las diversas circunstancias de la vida familiar.
Ya sea para corregir el orgullo de un hijo que obedece para ganar aprobación, o darle esperanza a un niño frustrado por sus debilidades, debemos mostrarles cómo la obra de Cristo nos justifica por gracia, por medio de la fe, y no por nuestro desempeño. De esta manera, el evangelio moldeará paulatinamente su entendimiento de la vida. Por esto también es muy importante que dependamos de Dios para crecer en sabiduría y seleccionar cánticos que reflejen y apliquen el evangelio de forma adecuada (Pr 2:1-11; Col 1:9-12).
Junto con todo lo anterior, también es importante señalar que no basta proclamar la verdad con mero conocimiento intelectual. Nuestra música debe nacer de afectos genuinos del corazón hacia Dios. El apóstol Pablo encargó a los creyentes que procuraran la llenura del Espíritu a través de la edificación con cantos, pero les indicó hacerlo “cantando y alabando con su corazón al Señor. dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre” (Ef 5:19-20).
La edificación musical debe proceder del interior, de un sentimiento sincero de gratitud por el evangelio. Nuestros cánticos deben ser genuinos, expresando un verdadero agradecimiento por las bondades de Dios en Jesucristo.
Cultivar una gratitud genuina ocasionará que nuestra alabanza sea constante. Las bondades de Dios son infinitas y se renuevan cada mañana. ¡Eso amerita que llevemos una vida de continua gratitud y alabanza que se exprese en el contexto familiar! Como vimos antes, las Escrituras nos llaman a dar “siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre” (Ef 5:19). El hogar cristiano debe ser un altar siempre encendido, en donde se agradezca el amor de Dios en el evangelio.
Una nota de aliento
Debo ser sincero: estas verdades me intimidan… ¡incluso siendo yo mismo director de alabanza! Estos deberes ya son un reto para la devoción personal, ¡cuánto más para practicarlos en familia! Algunos podrían pensar: “Si tan solo conocieran la realidad de mi familia… la adoración con música es imposible en casa”.
Quiero recordarte que no estás solo ni desamparado. Muchos luchamos con multitudes de problemas en nuestra vida devocional y familiar. Por esto debemos recordar las palabras del Señor Jesús: “Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar” (Mt 11:28). El Señor ha prometido darnos gracia para llevar una vida reposada y gozosa si aprendemos de Él (Mt 11:29-30). No debemos esperar a que las circunstancias sean perfectas para alabar a Dios con música; los creyentes podemos hacerlo porque Él nos recibe en nuestra debilidad y nos ayuda a crecer a su semejanza a través de los cánticos.
Recuerda, la música fundamentada en el evangelio es necesaria en nuestra devoción familiar porque forma parte del discipulado paterno. Ayudamos a nuestros hijos a comprender la verdad cuando entonamos cánticos durante el día o reproducimos música cristiana en nuestros hogares. También impulsamos su memorización de la Palabra de Cristo cuando les enseñamos canciones del evangelio.
¡Proclamemos y apliquemos las buenas nuevas en nuestras familias a través de los cánticos, edificando a nuestros hijos y agradeciendo por las bondades de Dios en Jesucristo!
Este artículo fue editado por el equipo editorial de Coalición por el evangelio y publicado en la web de este ministerio el 18 MARZO del 2021.
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